An image of a purple, anatomically correct heart is against a pale orange background covered in orange polka dots, signifying myocarditis.
Illustration: PGN

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Vacunarse es una forma segura y eficaz de proteger tu corazón.  

Sin embargo, en todo el país, los trabajadores comunitarios de la salud a menudo suelen enfrentar preguntas e inquietudes acerca de la seguridad de las vacunas y la miocarditis, o inflamación del corazón. Numerosas investigaciones demuestran que la miocarditis tras la vacunación es muy rara y que es mucho más probable que las personas desarrollen problemas cardíacos después de una infección por COVID-19 que después de vacunarse.  

Public Good News habló recientemente con el Dr. James A. de Lemos, editor ejecutivo de la American Heart Association Journals y jefe de la División de Cardiología del Centro Médico UT Southwestern, quien nos informó sobre la investigación clínica y cómo puede aprovecharse para transmitir mensajes a la comunidad.  

Esto es lo que dijo.  

[Nota del editor: El contenido y longitud de esta entrevista han sido editados para mayor claridad]. 

PGN: ¿Qué ha aprendido sobre la salud cardíaca de las personas que han padecido COVID-19?  

Dr. James A. de Lemos: El riesgo de complicaciones cardíacas debido a una infección por COVID-19 es sustancial.  

Comencé y dirigí el Registro de Enfermedades Cardiovasculares por COVID-19 de la AHA al comienzo de la pandemia. Buscamos decenas de miles de pacientes que tenían COVID-19 y luego catalogamos la evolución de sus problemas cardíacos durante las distintas fases de la pandemia. 

En las primeras fases de la pandemia, cuando las personas se enfermaban de gravedad y eran hospitalizadas, observábamos insuficiencia cardíaca congestiva, anomalías eléctricas, arritmias y muchos trastornos de la coagulación sanguínea relacionados con el COVID-19.  

Descubrimos que la respuesta inmunitaria del cuerpo al COVID-19 producía coágulos de sangre en los pequeños vasos sanguíneos (microcirculación) que a menudo no pueden verse. Esto provoca daños en el músculo del corazón, lo cual es común en pacientes graves de COVID-19, cuyos músculos cardíacos sufren lesiones potencialmente permanentes.  

Con el avance de la vacunación y la modificación del virus, su gravedad disminuyó, entonces, afortunadamente, la seriedad de algunas de estas complicaciones cardíacas se redujo. Pero más allá de lo que hemos visto en el hospital, también estaba claro que, aunque no estuvieran hospitalizadas (algunas eran infecciones moderadas y leves), las personas infectadas por el virus del COVID-19 presentaban tasas más elevadas de complicaciones cardíacas durante el siguiente año. El riesgo de sufrir infartos de miocardio y derrames cerebrales era mayor en las personas infectadas por el virus del COVID-19, incluso hasta un año después.  

PGN: ¿Cómo pueden los trabajadores comunitarios de la salud ayudar a proporcionar información precisa sobre la miocarditis y las vacunas a las personas a las que atienden? 

J.L.: Creo que la mejor manera es recurrir a la evidencia y ser honesto y transparente sobre el hecho de que sí, es cierto que con todos los tipos de vacunas, la miocarditis, aunque es muy rara, puede ocurrir. Es más común en hombres jóvenes; y en los adolescentes es poco frecuente y suele ser leve y resolverse sin necesidad de tratamiento, pero puede suceder.   

Las personas solo hablan de la miocarditis relacionada con la vacuna, pero en realidad es 11 veces más frecuente luego de una infección por COVID-19 que por la vacunación.  

Básicamente, vacunarse es como contratar un seguro, ¿no? Estás invirtiendo en el futuro y si haces los cálculos, los números demuestran que la vacunación resulta increíblemente beneficiosa. 

Las personas olvidan que el COVID-19 contribuye a aumentar el riesgo de infarto cardíaco. Y al evitar una infección de COVID, se previenen infartos cardíacos, la miocarditis y la insuficiencia cardíaca, así como todas las complicaciones asociadas a la infección misma.  

El escepticismo de las autoridades es inherente a la naturaleza humana y, ahora, somos escépticos de los consejos médicos como de las mismas autoridades médicas. Ese es el reto cuando se trabaja con comunidades: ¿Cómo lo superamos? Creo que parte de ello es tener que averiguar en quién confían los miembros de la comunidad, porque puede que no sea en mí. A pesar de que he investigado en este ámbito y soy capaz de presentar los datos de manera convincente.  

Hay que averiguar a quién buscarían las personas de la comunidad como fuente de información fiable, en lugar de intentar convencerles de que confíen en nosotros. 

PGN: ¿Cómo influye esto en la prevención de las enfermedades cardíacas? ¿Qué pueden tener en cuenta los trabajadores comunitarios de la salud? 

J.L.: A muchas personas de nuestras comunidades no les gusta hacer ejercicio. Si les gustara, ya lo harían. Así que, si trabajas en comunidades, podrías simplificar el mensaje sobre el ejercicio y la actividad para recordar a las personas que no es necesario que el ejercicio sea muy intenso, solo tienen que ponerse en movimiento. 

Creo que lo más importante es intentar motivar a las personas y recordarles que no tiene por qué ser desagradable ni precisar de un gran poder de iniciativa para comenzar.  

En muchos sentidos, es más fácil hablar de ejercicio, pero creo que es importante destacar las mejores elecciones alimentarias y recordar a las personas que ahora, por primera vez, hay pruebas reales; y está muy claro que la obesidad es un factor de riesgo modificable y reversible para las complicaciones de las cardiopatías.  

Así que, obviamente, hay enfoques nutricionales o dietéticos y ejercicio, pero también hay medicamentos. 

Otros mensajes giran realmente en torno a conocer tus cifras. Es esencial que los trabajadores comunitarios se aseguren de que las personas sepan cuál es su tensión arterial. ¿Saben cuál es su nivel de colesterol? Si son anormales, ¿están haciendo algo al respecto?  

Porque incluso cuando nos acercamos al 2024, la concientización, el tratamiento y el control de estos clásicos factores de riesgo cardiovascular no están donde deberían. 

Y, sinceramente, esas intervenciones tendrán mayores efectos que la vacunación en las enfermedades cardiovasculares, con seguridad.  

De hecho, muchas de esas intervenciones disminuyen los riesgos si contraes COVID-19. Porque a las personas les va peor cuando se enferman de COVID-19 y otras infecciones virales si tienen estos factores de riesgo, obesidad, hipertensión y demás.  

A las personas que llevan una vida estresante y tienen demasiadas cosas entre manos les resulta difícil ocuparse de sus problemas mientras se sienten bien, porque la prevención es algo intrínsecamente difícil. Es como decir: ‘Tengo facturas, hijos, trabajo y todos estos otros factores estresantes de la vida; lo último en mi lista es prevenir un ataque al corazón dentro de 15 o 20 años’. Pero cuando se tiene en cuenta el hecho de que muchas de estas cosas que se van a hacer (como dejar de fumar, perder peso y hacer ejercicio) no solo van a ayudarte a vivir más tiempo sin enfermedades cardíacas, sino que también van a hacer que te sientas mejor a corto plazo y mejor contigo mismo, tratar de unir todo eso en un enfoque de bienestar holístico que tenga beneficios a largo plazo puede ser una forma de lograrlo.

Este artículo es respaldado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) y el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) como parte de una concesión de asistencia financiera a la Fundación de los CDC por un total de 69,392,486 dólares con el 100 por ciento financiado por los CDC/HHS. Los contenidos pertenecen al autor(es) y no representan necesariamente los puntos de vista oficiales ni el respaldo de los CDC/HHS o del gobierno de los EE.UU. Además, la Fundación de los CDC no garantiza ni es responsable de la exactitud o confiabilidad de la información o el contenido de este artículo. Adicionalmente, la Fundación de los CDC renuncia expresamente a toda responsabilidad por daños de cualquier tipo que surjan del uso, la referencia o la confianza en cualquier información contenida en este artículo. Este artículo no pretende y no debe ser interpretado como que constituye o implica el respaldo, patrocinio o recomendación de la Fundación de los CDC sobre la información, los productos o los servicios que se encuentran en él.