Lo que necesitas saber
- Mantenerse al día con las vacunas contra el COVID-19 nos ayuda a mantenernos protegidos mientras que la inmunidad previa disminuye y el virus evoluciona.
- Las dosis de refuerzo bivalentes son más importantes para las personas de alto riesgo, ya que ellos son especialmente vulnerables a la enfermedad grave.
- Un estudio reciente de los CDC concluyó que la dosis de refuerzo bivalente ofreció protección adicional contra la infección de XBB.1.5, la actual cepa dominante, por un periodo de por lo menos tres meses.
Cinco meses después de que las dosis de refuerzo bivalentes estuvieran disponibles por primera vez, menos del 19 por ciento de los adultos se han puesto la vacuna actualizada. Algunos expertos han estado debatiendo quién debería recibir la dosis de refuerzo bivalente y qué tan buenas son en comparación con las vacunas originales contra el COVID-19. Sin embargo, los expertos coinciden en que las dosis de refuerzo bivalentes autorizadas son seguras, aumentan la protección y son especialmente importantes para las personas con mayor riesgo de enfermedad grave.
¿Por qué son importantes las dosis de refuerzo bivalentes para la inmunidad contra el COVID-19?
Podemos desarrollar inmunidad contra el COVID-19 luego de recuperarnos de una infección o de obtener una vacuna. En cualquier caso, la protección disminuye con el tiempo. También nos volvemos más vulnerables a la infección mientras el virus del COVID-19 evoluciona y se transforma en cepas más transmisibles.
Las dosis de refuerzo son importantes porque pueden fortalecer nuestras defensas contra el virus, permitiéndonos estar protegidos por un periodo de tiempo más largo. Las dosis de refuerzo bivalentes, que atacan más de una cepa del virus del COVID-19, fueron desarrolladas el año pasado para ofrecer mejor protección contra las cepas dominantes en aquel momento: las subvariantes de ómicron BA.4 y BA.5.
La subvariante de ómicron XBB.1.5 es ahora la cepa dominante, pero datos recientes muestran que las dosis de refuerzo actualizadas siguen siendo efectivas. Un estudio de los CDC publicado en enero concluyó que las dosis de refuerzo bivalentes ofrecieron protección adicional contra la infección por XBB.1.5 por un periodo de tiempo de por lo menos tres meses después de recibirla. Otros estudios y datos del mundo real han demostrado que las dosis de refuerzo bivalentes reducen significativamente el riesgo de hospitalización, especialmente en los adultos mayores. Mientras disminuye la inmunidad previa y el virus del COVID-19 evoluciona, mantenerse al día con las vacunas contra el COVID-19 nos ayuda a mantenernos protegidos.
¿Quién debe recibir una dosis de refuerzo bivalente?
Los CDC recomiendan las dosis de refuerzo bivalentes para todas las personas a partir de los 5 años, así como a partir de los 6 meses de edad para algunos niños. Pero la dosis de refuerzo actualizada es más importante para individuos de alto riesgo, ya que son especialmente vulnerables a enfermarse gravemente, a ser hospitalizados y a morir por COVID-19. Las personas de alto riesgo incluyen a adultos de 65 años de edad o más, personas embarazadas, personas inmunodeprimidas y aquellos que padecen condiciones subyacentes. Aunque ninguna vacuna es cien por ciento eficaz, las dosis de refuerzo bivalentes son una de las mejores herramientas que tenemos para mantenernos protegidos. El uso de mascarillas y equipos de ventilación de alta calidad también puede ayudar a aumentar la protección.
¿Es segura la dosis de refuerzo bivalente?
Sí. Tanto las dosis de refuerzo bivalentes de Pfizer como las de Moderna son seguras. Ninguna de las dos compañías ha comunicado nuevos problemas de seguridad en comparación con sus vacunas contra el COVID-19 originales, y ambas vacunas actualizadas han sido autorizadas por la FDA y los CDC. Estos dos organismos siguen utilizando sistemas de vigilancia de las vacunas para rastrear posibles señales de seguridad. Recientemente, la FDA y los CDC investigaron una señal de seguridad en torno a la dosis de refuerzo bivalente de Pfizer y una posible relación con un mayor riesgo de derrame cerebral en adultos mayores. Tras realizar una revisión exhaustiva de los datos, las agencias determinaron que tal relación es “muy improbable”.